Capítulo 281
-Si, bisabuela -contestó Alejandro, asintiendo,
– Alejandro, regresa a tu cuarto primero. Te llamaré después-indicó Anastasia cuando vio que Franco ya se despedia de Eva en la puerta,
-Si.
Después de hablar, sus brillantes ojos se posaron sobre Erica. Al verlo, ella agachó la cabeza, sintiendo culpa, y disimuló revisar su teléfono. Una vez que Alejandro subió, Franco y Noemi regresaron
–¿Donde está Alejandro? – preguntó Franco,
-Subió a jugar.
– Tu vestido luce hermoso, Anastasia! -declaró Noemí, como si quisiera complacerla.
-Gracias
contestó Anastasia de forma indiferente.
— Noemi y Erica rara vez atienden a esta clase de eventos, Anastasia. Cuidalas más adelante en la noche. – Franco tenia la esperanza de que su familia se pudiese llevar bien.
– No la necesitaré. Helen también estará aquí. Ella me hará compania –indicó Erica con un tono arrogante antes de tomar su teléfono para marcarle a Helen.
– Iré a ver a Alejandro.
- la misma habitación que Erica, se encontraba en el balcón y Noemi estaba sentada en el sillón, comiendo algunos pistachos mientras contemplaba su plan para la tarde,
Diez minutos después, Franco, con Alejandro en sus brazos, Noemí y Anastasia llegaron al salón principal. Esa noche el banquete estaba divido en tres diferentes periodos: de seis y media a ocho sería la cena; de ocho a nueve todos los invitados podrían felicitar a Eva por su cumpleaños; de nueve a diez tendrían tiempo libre para pasearse y disfrutar de un espectáculo de fuegos artificiales,
Como todos los invitados eran afiliados del Grupo Palomares y amigos cercanos de Eva, el número de presentes estaba reducido a unas cien personas. Aunque no eran muchos, todo el banquete era grande y lujoso. Anastasia notó que Helen, vestida para impresionar, estaba cerca de la fuente con Érica.
Intercambiaron miradas, como si fueran lados opuestos en una guerra entre ellas. El odio de Anastasia por ellas ardía en su pecho. A pesar de que ellas fueron las que la hirieron, Helen y Érica no sentían ningún remordimiento; en su lugar, estaban ahí paradas con arrogancia. Por otro lado, Anastasia no encontró su asiento en la mesa en donde estaba Franco. Todos los asientos. tenían nombre en una placa de oro. Ella se acercó a un mesero y le comentó su situación.
– La llevaré a su asiento -indicó el mesero.
Ella se sorprendió y lo siguió al área principal, en donde estaba su nombre en una mesa en específico. El nombre de Elías estaba a su lado y su corazón se aceleró cuando notó eso. El nombre de Alejandro estaba pegado al suyo y el de Miguel le seguía al del pequeño. Era obvio que Elías había hecho ese acomodo, pero Anastasia no quería llamar la atención. Había invitados de mucha más reputación y estatus y no sería apropiado que ella se sentara ahí.
Llamó a un supervisor y le informó de su intención de moverse de mesa a donde estaba su papá. Al escuchar que su familia estaba en otra mesa, el supervisor de inmediato arregló las cosas para que su asiento fuera cambiado de lugar. De esa forma, ella se sentó con Franco. Alejandro quedó entre ellos y Noemí estaba al otro lado de Franco. En cuanto a Érica, ella decidió irse a la mesa de Helen.
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